Cada uno de nosotros nace con unas alas hermosas y fuertes. Unas alas que están hechas para soportar las ráfagas de aire, las tormentas , las posibles caídas y también están listas para desplegarse y mostrar todo su esplendor. A medida que crecemos, esas alas sufren, parecen más pequeñas y frágiles. Ese cambio en su aspecto se debe a las experiencias vividas, y, sobre todo, a cómo vivimos esas experiencias. Muchas veces, terminamos creyendo que nuestras alas no están hechas para volar, que debemos conformarnos con ver el mar desde la orilla y sentimos que no somos merecedores de volar sobre el océano. Te voy a confesar un secreto, tus alas son grandes, hermosas y robustas, lo que ocurre es que has escuchado demasiado las voces externas, te has contado historias que te has creído y, en ese proceso, no te has mirado con tus ojos de niño para comprobar que tus alas están intactas, solo tienes que empezar a entrenarlas, y , te aseguro, que te llevarán a lugares maravillosos. Hoy es el día. Preparado para volar?
