Los niños están abiertos a toda experiencia, sienten curiosidad por todo, se muestran tal y como son, se expresan espontáneamente. Luego pasa el tiempo, y el entorno, las experiencias vividas y la educación recibida hace que vayamos cerrándonos, aprendemos que mostrarnos tal y como somos no es "bueno" o no es lo que esperan de nosotros. Así , emprendemos el camino hacia la construcción de nuestro personaje. Pasan los años y llega un día en el que hay tal fusión que nos es casi imposible apartar al personaje de nosotros mismos. ¿Qué ocurre entonces? ocurre que establecemos nuestras relaciones desde el personaje, no nos permitimos mostrarnos, ni abrirnos ante el otro y como consecuencia nos es imposible crear una relación auténtica y de intimidad. El único camino sería permitirnos abrirnos, primero a nosotros mismos, y después abrirnos a aquellas personas con las que queramos establecer un vínculo o una relación auténtica. Esto puede ser aterrador en un primer momento, podemos sentirnos vulnerables y , sobre todo, sentirnos rechazados si nos ven tal y como somos, sin embargo, si traspasamos este miedo será liberador. Si te permites abrirte, podrás reconocerte, abrazarte con tus luces y tus sombras, te será más fácil sentir que es lo que necesitas y apartar todo aquello que te haga daño y, desde ahí, relacionarte sin máscaras y alcanzar niveles más profundos de intimidad. Ábrete y muéstrate, no viniste para interpretar un papel, viniste para ser tú mismo.
