Cada persona es singular, tiene cualidades físicas y psicológicas diferentes, circunstancias propias y visiones del mundo distintas. Podría decirse que cada persona vive en un mundo propio, aunque compartan espacio y tiempo, sin embargo, vivimos en una sociedad que tiende a la homogeneidad. Nos imponen una estética, unos valores y nos incitan a realizar determinadas conductas. La presión social y la necesidad de pertenecer al grupo hace que, a veces, olvidemos nuestra esencia, eso que nos hace únicos. Fomentar nuestras cualidades, conocernos y conectar con nosotros favorece esa singularidad. Mostrarla al mundo enriquecerá nuestro entorno. Si sólo nos esforzamos en ser iguales que la mayoría, puede que nos convirtamos en mediocres, porque no desarrollaremos todas nuestras potencialidades. Cada persona puede aportar a la sociedad y este aporte será más rico si lo hace desde esa singularidad. Cierto que hay muchas necesidades que son comunes en todos los seres humanos, pero el camino para alcanzar estos objetivos es distinto. Hagamos nuestro propio viaje, decidamos que pasos dar, subamos el volumen de nuestra voz y bajemos los ruidos externos, así, seremos más auténticos y el mundo se enriquecerá. Lánzate a la aventura de ser tú mismo, nadie puede hacerlo por ti. Eres único.
