Los padres marcan la vida de una persona. Nacemos totalmente indefensos y dependemos de ellos. La relación que establezcamos con ellos tendrá una influencia decisiva en nuestra vida. Esa relación dependerá de múltiples factores ya que nuestros padres vienen con una historia personal única que los ha hecho adoptar una serie de mecanismos que influirán en sus hijos, es por ello, que no son totalmente libres. En ocasiones , cuando crecemos juzgamos a nuestros padres centrándonos en las carencias y olvidando que quizás no supieron hacerlo de otra manera. Evidentemente, hay situaciones muy duras, aún así, gracias a ellos estamos vivos y eso ya es motivo de agradecimiento. Negar a nuestros padres, es negarnos a nosotros mismos. En determinadas ocasiones, es necesario mantenernos alejados de ellos por nuestro bienestar emocional, aún en esos casos es bueno aceptar la vida como nos llegó de ellos, tomándola con fuerza. Ahora ya somos adultos y no debemos permanecer en el papel del víctima. Hay que mirar a ese niño herido, acogerlo, cuidarlo y darnos como adultos aquello que ellos no pudieron darnos. Nuestros padres no son perfectos, pero son los únicos que tenemos y gracias a ellos estamos vivos. Ellos nos enseñaron a andar por el mundo, nos cuidaron, nos protegieron, nos acompañaron.Luego, el tiempo pasa y se invierten los papeles, nos convertimos en cuidadores de nuestros padres, y, en este nuevo periodo, ellos siguen siendo nuestros maestros, mostrándonos una nueva imagen de ellos que supone todo un reto para nosotros como hijos. Aceptar ese reto ,supone en muchas ocasiones ,enfrentarnos a nuestras sombras, pero también es una nueva oportunidad para seguir conociéndonos.
