Luces y sombras se complementan, formando parte de un todo. A veces, predominan las luces, y otras dominan las sombras. Sin embargo, no existen las unas sin las otras. En tiempos de sombras, siempre existen destellos de luz. Cuando la luz es la dominante, se dan también pequeñas sombras. La vida está formada por ambas. Las luces nos permiten apreciar la belleza de la vida, disfrutar, saborear cada instante, descubrir los milagros de cada día. Las sombras nos ofrecen grandes aprendizajes, adentrarnos en nuestro interior, descubrir nuestros miedos y enfrentarnos con nuestros fantasmas. Ni luces, ni sombras son absolutas, ni permanentes en el tiempo. No nos dejemos arrastrar ni por unas, ni por otras. Si nos perdemos en la oscuridad de nuestras sombras o nos embriagamos con las luces, seremos marionetas de nuestras circunstancias. La clave estar en permanecer serenos, anclados en nosotros mismos, respirar y centrarnos solo en ese instante. La tarea no es siempre fácil, pero esa tiene que ser nuestra guía.
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